En Merlo crearon réplica exacta del auto de Colapinto
En el barrio Pompeya de Merlo, padre e hijo armaron un emprendimiento familiar en donde dejan fluir su talento y pasión por la Fórmula 1 de una manera particular: arrancaron creando pedaleras y volantes para eventos corporativos, pero de repente, con el conocimiento que fueron incorporando, se animaron a un desafío mayor: acaban de entregar terminado el auto completo que usa el piloto argentino Franco Colapinto en esta temporada. Es una réplica exacta del 43 de la escudería Alpine.
Yamil y su hijo Vladimir Czabanyi son diseñadores, cuentan con una granja de impresiones y lograron hacer cada pieza en su taller artesanal para luego encastrarlas y terminar el producto, que ahora es utilizado en ferias de exposiciones como simulador. En conversación con Primer Plano Online, el menor de la dinastía familiar contó el proceso que desembocó en la obra final.
“Arrancamos con mi papá usando el quincho de casa para hacer cosas vinculadas a simuladores de Fórmula 1 como volantes y pedaleras. Al mismo tiempo trabajamos en otros proyectos en eventos corporativos, en los que fuimos sumando experiencia e incorporando cosas para hacer que nosotros queríamos poder desarrollar”, describió el muchacho.
Los trabajos de los Czabanyi pueden verse en Video Works Simuladores en YouTube y VideoWorks79 en Instagram
Por ejemplo, ampliaron su base de diseño a los habitáculos de los autos de alta competencia, y le fueron sumando conocimiento sobre la parte estética, como pintura y las ruedas, siempre son el objetivo de darle realismo a la estructura. Ya habían diseñado correderas para personas de entre 1,40 y 1,90 metros puedas sentarse y sentir la sensación de estar sentadas en una butaca de la mayor categoría del automovilismo universal. “La idea es que se pueda subir todo el mundo”, agregó Vladimir.
El gran desafío: el Alpine de Franco Colapinto
Desde que comenzaron a divulgar sus trabajos se encontraron con varios pedidos, que fueron resolviendo con su creatividad y los recursos disponibles. Hasta que un día, allá por mayo, llegó el llamado que los puso frente a la gran aventura: hacer el auto completo del corredor argentino en consonancia con su confirmación en la máxima categoría reemplazando a Jack Doohan.
“Hasta ese momento no habíamos hecho nada tan grande”, aclaró Vladimir. Sí habían logrado imprimir piezas de memorabilia (objetos que atesoran historia, que evocan momentos, lugares o emociones), como el auto de Ayrton Senna en 1998 en escala 1-4, es decir, de un 1 metro por 50 centímetros. Ahora, el encargo era otra cosa: un auto en tamaño real.


Lo que buscaban ahora era hacer algo que no sólo tuviera estética sino funcionalidad. Ahí pusieron en marcha 30 días de intenso trabajo de diseño para poder imprimir cada pieza en 3D, que es como está armado el auto salvo un par de partes que pudieron copiar en fibra de vidrio como las ruedas, la trompa, los morros y los bigotes. “La impresión 3D da una buena terminación en cuanto a diseño, pero había que darle funcionalidad y durabilidad, por eso el refuerzo con fibra de vidrio”, precisó el creador.
Hasta encontrarse con el pedido del Alpine, Vladimir y Yamil habían creado una carrocería que laminaron tanto en la parte externa como interna, aunque era sólo una prueba. Cuando se encontraron con el pedido, a finales de mayo, los tiempos se aceleraron: atravesaron un tiempo para ensayo y error, para la cotización dinámica de materiales (fueron cambiando de proveedores a medida que encontraban alternativas para mejorar el producto final) y acomodar las piezas según su terminación.
“Fueron tres meses de prueba y confirmación hasta que quedó el monocasco y el chasis terminado”, reveló Vladimir, absolutamente orgulloso del producto al que arribaron. Es más: el diseño original del auto, que se puede consultar en la web oficial de la marca, tiene unas modificaciones aerodinámicas en relación al A525 que usa el piloto argentino. “Queríamos que sea idéntico y así quedó”, agregó el creador.

Detallismo y perfección
La obsesión y el nivel de detalle para alcanzar la perfección puede visualizarse en cada rincón del auto, pero hay una pieza particularmente distinguida: las parrillas. “Las diseñamos en metal y cortadas con láser, para que todas tengan alma de acero, que funciona como embellecedor del plástico impreso en 3D. La verdad, verlo terminado resta todo el trabajo que hubo detrás, que fue muy detallistas en cada paso”, contó Vladimir.
Ahora están trabajando en un modelo de MacLaren, también de 1988, que tiene 250 centímetros de largo por un metro de ancho. El diseño ya marcha en su granja de impresoras, que sacan terminadas piezas de 256 milímetros cúbicos, que luego se ensamblan y pegan entre sí.

En su taller de artesanías, los Czabanyi también fabrican carrocerías de menor porte, cachas de motos y réplicas de distintos modelos de autos en varias medidas, entre otras cosas. “Nosotros queríamos mostrar que, con ese método, se pueden producir cosas que, con el sistema tradicional de fibra de vidrio, se tarda mucho más tiempo”, finalizó.
Por caso, para terminar el Fórmula 1 de Colapinto, en vez de tres meses hubieran tardado el triple de tiempo. Y ahora también se proponen crear carrocerías que no existen, partes de autos que no se contemplan y hasta se animan a más: “vamos por la estructura de una Ferrari de calle modificada. Y con el mejor objetivo que podemos conseguir: que nadie se de cuenta que está creado en 3D”, concluyó.
